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viernes, 10 de mayo de 2013

Los Tesoros de Cepe


Una mañana a inicios de enero del 2009, como todas la mañanas, me senté a chequear mi correo electrónico tomando el café de costumbre. Entre un mensaje y otro, hubo uno que llamó mi atención y comencé a leerlo en voz alta para que mi hija lo escuchara.

Carretera Maracay - Choroní  Foto. Morenarena
La sorpresa fue que lo leído era  incongruente con mi hablar, mi hija y yo nos miramos con ojos sorprendidos y de inmediato nos dimos cuenta que algo en mí andaba mal. Acudimos de inmediato al médico para aliviar el malestar, fruto del estrés, disgustos, preocupaciones, cansancio, mala alimentación y algo de vino..., todos posteriores a las fiestas navideñas y de año nuevo.
Después de superar el incidente y sentirme con salud  nuevamente, decidí agradecer a la Virgen del Valle por la oportunidad, así que tracé el plan de hundir una pequeña estatuilla en un lugar muy especial del mar: la Bahía de Cepe, en el estado Aragua.

Ventana de Choroní.
Foto.Morenarena
Ya había estado ahí un par de veces, habíamos buceado en La Piedra de La Ahogada (en ese momento no sabía que ese era su nombre). Se trata de una pequeña gruta a unos 13 metros de profundidad, llena de vida y colorido, con algo de corriente por estar en línea con la desembocadura del río. 



Para llegar a La Bahía de Cepe, debemos salir desde Maracay y tomar la vía hacia El Castaño, justo al pie de la montaña y de inmediato comienza el ascenso atravesando el Parque Nacional Henri Pittier, este parque fue el 1er. parque nacional de Venezuela (1937)  y es el parque con mayor diversidad de aves del mundo. Por ahí inicias el  viaje a Choroní, por una sinuosa carretera en medio de la selva húmeda, hecha por los presos a punta de  pico y pala durante el gobierno de Juan Vicente Gómez (1908-1935). Choroní es un pintoresco poblado de la costa aragueña, sus estrechas calles, pintorescas casas, paradisíacos escenarios naturales y lugareños cordiales hacen este lugar inolvidable.
El pueblo de Choroní fue fundado en 1616, en pleno período colonial, apenas un caserío. Era un pequeño puerto pesquero habitado por mantuanos hacendados que vivían en amplias casonas y que se dedicaban a cultivar cacao y café, desde su pequeño muelle "El Portete" exportaban la preciada mercancía. 
En 1622 fue llamado "San Francisco de Paula" y luego en el año de 1964 fué llamado "Santa Clara del Valle de Choroní".

Al llegar al pueblo te encuentras una plaza con una estatua de La Madre María de San José, Beata religiosa nacida en ese lugar. Es un pueblo con una arquitectura enclavada en el siglo XVIII, sus estrechas calles y coloridas casas hacen este lugar muy especial; para tomar la embarcación y llegar a La Bahía de Cepe debes acercarte a Puerto Colombia, en la desembocadura del río encontrarás peñeros a montón, todos dispuestos a trasladarte de una bahía a otra; es una especie de "línea de transporte por puesto marítima" tomas un peñero hasta la bahía de tu preferencia y te dedicas a disfrutar tu día de playa.

Puerto Colombia . Foto. G.Jaén
Retomando la historia, Gustavo yo nos fuimos un sábado bien temprano desde Valencia hasta Choroní, ya en Puerto Colombia nos montamos en un peñero con todos los corotos para bucear y nos fuimos hasta La Bahía de Cepe a "pagar la promesa".

Es un viaje de unos 40 minutos, siempre y cuando la mar lo permita y el peñero no lleve mucho peso. A veces se dejan ver durante el trayecto algunos delfines traviesos. La cordillera va guiando la ruta, entre picacho y picacho, risco y risco, pueden ver una que otra virgen..., La Virgen del Valle (impelable) y La Virgen del Carmen hacen presencia en la montaña a lo largo de la ruta una y otra vez. Es un paisaje algo salvaje, las montañas hablan de su edad al mirarlas y todos los azules del mar te cuenta su experiencia y antigüedad .., sus miles de historias. 

Así va transcurriendo el viaje; cada vez que subo a uno de esos peñeros siento que viajo en el tiempo, me desprendo de carro, teléfono móvil, maquillaje y ciudad, para entrar en un modo de vida original y básico..., es ahí cuando cobran valor esas simples cosas que tenemos a mano a diario, y de igual forma, vives y valoras esos momentos de contacto con la naturaleza,  contigo mismo y con gente que forma parte de ese "natural" vivir.

El día estaba muy lindo, la Bahía de Cepe imponente y apacible, las olas con carácter como siempre y nosotros justo en la desembocadura del río comenzamos a armar los equipos. Mientras lo hacía, pensaba y agradecía a Dios y al universo por tanta belleza junta, refiriéndome al mar, al cielo, la playa, las palmeras, las aves y toda la gente bella que me he encontrado en la vida (y a la gente no tan bella también, ese grupo ha dejado un  excelente aprendizaje, a pesar de no ser muy placentera la experiencia con ellos). Le dí gracias a Dios y a La Virgen del Valle por mi salud, por la oportunidad de vivir a plenitud, consciente, con los ojos bien abiertos y alerta. 

Virgen del Valle
Foto.Gustavo Quiroga
Gustavo y yo comenzamos a nadar de manera paralela a la montaña, yo continuaba orando y agradeciendo, con la estatuilla de La Virgen en mano, mirando el cielo azul, la playa y la montaña que poco a poco se hacía pequeña hundiéndose en el mar; un poco antes de llegar a la punta decidimos bajar y comenzar la inmersión. 
Navegamos hasta llegar a la punta, disfrutando del colorido del paisaje marino, con un poco de corriente pero de suave vaivén, de repente se acabó la pared del arrecife  y sólo veíamos arena y mar, algo de escombros traídos por el río aún hacían presencia en el lecho marino;  nos alejamos del arrecife navegando 5 o 10 minutos más hasta visualizar a lo lejos dos grandes sombras, que a medida que nos acercábamos se hacían de mayor y mayor tamaño. Nos dirigimos a la gran roca de la derecha, sentimos un poco de corriente, estábamos a penas a 13 metros de profundidad. 
La gruta realmente no es tal, se trata de una gran "zanja" o canal entre dos rocas inmensas, apenas una parte está cubierta; Gustavo entró y me señaló el lugar adecuado para colocar la pequeña estatuilla de la virgen, me acerqué y espanté a unos cuantos candiles que coloreaban el lugar, le dí el visto bueno a Gustavo y comenzó a asegurar la estatuilla en el sitio.
Por ser un canal con salida directa al otro extremo de la gran roca generaba mucha corriente dentro, por ello decidí esperar justo en la entrada de la gruta donde el vaivén de la corriente no era tan fuerte, aproveché para comprobar mi habilidad en flotabilidad y la "soledad" para continuar mi agradecimiento y meditación. Sin embargo mis ojos curiosos de comerciante, habituados a observar y curiosear todo lugar en el cual me encuentre, se fijaron en unas extrañas y familiares formas que estaban en el lecho marino, justo a la entrada de la gruta.


La Gruta. Foto. Gustavo Quiroga
Mi imaginación volátil y creativa de inmediato asoció esas curiosas formas tubulares con unos cañones, me acerqué a ellos, y todo coincidía con lo imaginado, en ese instante llamé mentalmente a Gustavo y éste de inmediatamente volteo a mirarme, créanme, esas cosas pasan, él ya había terminado de asegurar la estatuilla de La Virgen del Valle dentro de la gruta y siempre preparado con cámara fotográfica en mano logró captar con el lente el par de señales que hice con mis manos semejando el disparo de un cañón, se acercó y comprobó lo que le expresaba.
cañones y pala del ancla.
Foto. Gustavo Quiroga

La emoción era indescriptible, no podía creer que eso estuviese ahí y nadie antes lo hubiese visto..., las burbujas en ese instante se multiplicaron por mil, la expresión en nuestros rostros, la respiración..., luego vino la serenidad, mirar el hallazgo desde otros los ángulos, recorrer el entorno del lugar, imaginar la historia, adivinar el tiempo que llevan ahí. Me acerqué a La Virgen del Valle, de nuevo le expresé mi agradecimiento por mi salud y por la sorpresa; decidimos terminar la inmersión.

Queríamos emerger cuanto antes y poder hablar de lo sucedido, aún escuchaba mi corazón emocionado, mis ojos hablaban por si solos, pero la necesidad de expresar mis interrogantes y mi asombro eran indescriptibles.
A continuación les  muestro el video que presentamos ante el IPC (Instituto del Patrimonio Cultural), ahí pueden conocer de manera breve parte del emocionante hallazgo: 








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